El Beso
Niña... siempre he querido decirte lo que realmente pasa por mi corazón, también decir que ese afán de estar siempre presente no es sólo buena voluntad, que ese silencio, no es por no tener nada que decir, sino que es para callar todo lo que guardo dentro de mi, que siento que a pesar de no tener amarradas mis manos, no puedo tocarte, que si durante una noche sueño contigo, durante el día no dejaré de pensar en tí. En fin, me he vuelto un esclavo de tu ser, a pesar que tu no lo sepas.
Cuando te apareces en mis sueños, siempre nos encontramos solos, te miro fijamente a los ojos y mi boca siente una atracción muy fuerte hacia la tuya, y aunque no lo creas, me atrevo a besarte. Logro intuir el sabor de tus besos, el dulzor que tienen tus labios, lo delicado de tu piel, Y todo lo que en mí ser provoca ese beso de ensueño... pero que lamentablemte para mí, es sólo eso, un sueño.
Al despertar, reniego de ese sol que entra por la ventana y que me devuelve a mí realidad, esa triste realidad en la que me encuentro, en la que sólo puedo acercarme a ti, a través de estas palabras, las cuales ahora lees y que quizás, te parescan una tontera más, de las tantas que diariamente hago, quizás ese sea mi error, no tomar en cuenta que las palabras no bastan, también importa la actitud en que se dice. Pues ahora te digo, hace tiempo que no expresaba algo tan serio.
Como siempre he escuchado, "los sueños hay que hacerlos realidad", pues bien, muchas veces me he quedado pensando qué harías si te robara un beso. Y siempre llego a la misma conclusión, creo que esa sería la última vez que te tuviese frente a mi, y como puedes intuir, más me vale tenerte cerca a tú manera, que lejos de mi. Y así un nuevo beso cae a la basura, acumulándose con las caricias que no te he dado, con las flores que se han marchitado y con las palabras que sólo las conoce el viento, en resumen, junto con todo ese amor que tengo para entregarte.
Pero bueno, ahora sabes lo que realmente pasa por mi, espero que no te asustes, y que me disculpes por no haber tenido el valor para decirtelo a la cara, mirándote a los ojos y tomando tus manos. Al fin te diste cuenta lo cobarde que soy, no fuí capaz de arriesgar lo que tenía, por algo que pudo ser mejor. Sólo te pido que cuides a la persona que te entregó esta carta y que me recuerdes. No te preocupes, porque si durante todo este tiempo, has sentido lo mismo que yo, y el destino nos tiene que ver juntos, algún día te cruzarás por mí camino y quedaremos mirándonos. Te aseguro que sólo el brillo de tus ojos me dará fuerza para tomar tus manos, mirarte fijamente, y besarte como tantas veces lo soñé.